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¿Pero… para qué sirve la lengua?

6 febrero 2020

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Más allá de ayudar a comunicarnos, este músculo es esencial en la higiene bucal

La lengua es un músculo (quizás nunca lo habías pensado) situado en la boca, que nos ayuda a poder comunicarnos, pero ¿realmente nos hemos parado a pensar cuál es su verdadera funcionalidad y los beneficios que se pueden general para la higiene bucal?

La lengua nos ayuda a articular las palabras y sonidos, pero también nos ayuda a hidratar la boca y evitar la sensación de boca seca, ya que mueve la saliva generada por las glándulas salivares. También es el órgano principal involucrado en la percepción de los sabores, gracias a las más de 10.000 papilas gustativas que contiene. Estas papilas se regeneran cada 15 días.

Al igual que las huellas dactilares, cada lengua es diferente. Las papilas gustativas se dividen en varios grupos y dependiendo de su localización en la lengua, tienen la habilidad de detectar mejor cierto tipo de estímulos o sabores:

– Calciformes:  se encuentran en la parte posterior de la lengua. Son llamadas así por tener sus bordes elevados en torno a una pequeña cavidad. Perciben los sabores amargos.

– Fungiformes: se parecen a un hongo y de ahí su nombre. Constan de una pequeña cabeza y un pedúnculo. Tienen color rojizo por la gran cantidad de vasos sanguíneos que las riegan, lo que las hace muy visibles. Su misión es esencialmente gustativa, y en concreto de los sabores dulces. Se estimulan más en la niñez y en la edad avanzada.

– Filiformes: son receptores sensoriales que se encuentran distribuidas sobre dos tercios del dorso lingual… Estas papilas son pequeñas estructuras que sobresalen como proyecciones de la superficie superior de la lengua. Tienen función térmica y táctil.

– Foliadas: son una serie de pequeñas elevaciones que, en forma de pliegues paralelos de mucosa, se presentan en los bordes de la lengua, a nivel de la unión de su cuerpo con la raíz.

Además de para el habla, el gusto, el tacto, encontramos otra importante razón de ser de la lengua: la protección. La lengua actúa como barrera contra los gérmenes. Todas las células de defensa de la lengua se denominan colectivamente amígdala lingual. Se encuentra en la parte posterior de la boca en la base de la lengua y es parte del anillo linfático de las amígdalas. Junto con las amígdalas palatinas y los adenoides, la amígdala lingual es responsable de defender el cuerpo contra los gérmenes que pueden entrar por la boca.

Por todo lo anterior, no hay que olvidarse de la lengua en la higiene bucodental, ya que en ella se acumulan diversidad de bacterias. Además, una correcta limpieza ayudará a combatir el mal aliento.

Puedes empezar con un enjuague bucal con agua templada para reblandecer la capa que cubre la lengua y posteriormente, cepíllala. Existen raspadores específicos para ello, pero puedes usar tu cepillo dental. También puedes aplicar un poco de pasta de dientes, dejarla unos segundos sobre la lengua y después volver a frotar.

 

Ante todo, si observas algún cambio en el aspecto de nuestra lengua, es primordial acudir inmediatamente a tu dentista; es el que mejor te puede aconsejar sobre la mejor higiene y te puede mostrar cómo hacerlo.

Recuerda, la lengua contribuye al habla, al gusto, al tacto, a la protección…¡cuídala que solo tenemos una!